Marcelo Díaz. Bahía Blanca, 1965.
ONCE MANERAS DE CONTEMPLAR UN CISNE (fragmento)
I
Gruesas hojas de acelga, bajo esta luz,
y geranios blancos en el lomo del cisne
y geranios rojos en el cantero, bajo el tendal
que ahora, ya cercano el mediodía exhibe
sábanas blancas y sábanas azules.
II
Un cisne de cemento nunca es blanco.
Se advierte, al acercarse, impureza en su textura,
piedras que el tiempo ha dejado a la vista,
grumos de arena, ademanes torpes
en su hipotético andar.
III
Un cisne de cemento duerme
en el ocre de unos caños de desagüe,
entre hojas de acelga y ramos
de perejil que alternan
con un verde más claro,
y el violeta, difuso,
en la mata de lavanda.
IV
Sus alas de cemento le impiden caminar.
V
Su signo es la carencia de mesura
y utilidad. Quince kilos de hierro
y plumaje de piedra
invertidos en cuatro geranios blancos.
VI
Bajo la lluvia, el dócil
encorvarse
de las varas de nardos,
naranjas
y blancos.
Y la silueta imperturbable
del cisne de cemento.
VII
No cantan cuando mueren.
Cuanto más, acaban confundidos
con la maleza
o bien en una pila
de hierros oxidados.