Gabriela Marrón. Bahía Blanca, 1981.
Algunos filólogos dicen que Safo
(poema 31)
describe el amor y sus síntomas
del mismo modo que Homero
en la Ilíada
la muerte de los héroes.
Se le rompe al guerrero la espada.
Se quiebra del yo lírico la voz.
El cuerpo palidece
la vista se nubla
zumban los oídos y el deseo
horada madrigueras
por los poros de la piel
estremecida de sudor.
Algunos filólogos dicen
que nadie pudo morir de amor
antes que Homero ajustara con cuidado
los límites difusos de la muerte
entre dáctilos
troqueos y espondeos;
que jamás habría brillado para Safo
el rostro de Anactoria
(poema 16)
si no hubieran destellado las corazas
los yelmos las cesuras las vocales
en la boca trashumante
de rapsodas domadores de palabras
casi pastores de versos
con ojos de perro y corazón de ciervo;
que nadie hubiera podido
hablar hoy de belleza
sin escuadras de naves
sin ejércitos completos
de jinetes
de soldados
de poemas ajenos.
Algunos dicen
que morir de amor requiere
cierta cultura literaria
Yo te digo que nadie
se muere
de amor.
No exageres, nena.
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