miércoles, 12 de abril de 2023

Poema 315. Hacer la de Elvis.

Graciela Cros. Bs As, 1945.


HACER LA DE ELVIS


1

Tengo esta cara en primera persona

a la que mojo y unto con distintas sustancias

y sin embargo ella

permanece asfixiada

TRISTE

Fumo con ansiedad e imprudencia extremas

y a veces

la insensatez

INSENSATEZ

de esta cuestión

me alarma un poco

Mis compañeras

las mujeres

se preocupan

porque no doy en el clavo

porque no acierto en el vivir

Ponen ejemplos y exageran

los detalles siniestros

en su intención didáctica

No entienden

NO ENTIENDEN

esas cultoras de la consolación

(su adocenada estética)

que me sienta perdida

PERDIDA

en la inmediatez de este fin de siglo.

NO ENTIENDEN

ocupadas como están

en cuidar la verdad de sus mentiras

que ya no pueda

que ya no pueda

¡AY!

QUE YA NO PUEDA 

HACER LA DE ELVIS


2

El camionero de Memphis

dispara su voz de vago melocotonero

canta “Trouble”

mostrándome los dientes

de su gorda boquita 

PASTILLERA

y mi silla de ruedas lo registra

con un temblor lascivo de metales

Intento levantarme

dar un paso

y me desmayo

hundiéndome en el mar

ROJO

Ha subido la sangre de nivel

y en el recinto

su oleaje choca contra el

DRAMA

Entonces llegan obreros de la salud

y me atienden:

¿QUIÉN ES ESTA MUJER?

¿POR QUÉ NADIE LA ASISTE?

preguntan los sensibles

con sonrisa de perdedores

Se ha corrido la voz

y la gente agolpada en la puerta

cree ver un milagro

en esto de la

SANGRE

ese mar provisorio

Han consultado al Arzobispo

y éste al Vaticano

Peritos en Fluidos Corporales

vendrán a investigar

Rescatada de aguas procelosas

Moisés al fin aunque sin su prestigio

les digo a los muchachos reporteros:

YA NO PUEDO HACERLA

YA NO

Adhiriéndose a sus zapatos

los algodones expulsados de cálida entrepierna

(vale decir, la mía, la que amo, mi ama)

flotan

sin rumbo

por el cuarto

Hay colorido en el ambiente un poco nauseabundo

Recuerdo los nenúfares de Monet

esos rosados

lilas

violetas

bermellones

vivos lacres

augustos colorados

púrpuras y marrones

PATÉTICA

(y por el deleite de los finales

el vano sentimentalismo

la complacencia de la víctima)

LES DIGO:

¡LOS ROSTROS DE LA SANGRE!

Y

¡APLAUDEN!

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