miércoles, 10 de mayo de 2023

Poema 335. IV.

Herberto Helder. Portugal, 1930 - 2015.


IV (del poema Las musas ciegas)




Mujer, casa y gato.

Una piedra en la cabeza de la mujer; y en la cabeza

de la casa, una luz violenta.

Anda un pez extenso por la cabeza del gato.

La mujer se sienta en el tiempo y mi melancolía

la piensa, mientras que

el gato imagina la elevada casa.

Eternamente la mujer de la mano pasa la mano

por el gato abstracto,

y la casa y el hombre que voy siendo

son minuto a minuto más concretos.


La piedra cae en la cabeza del gato y el pez

gira y para en la sonrisa

de la mujer de la luz. Dentro de la casa,

el movimiento oscuro de estas cosas que no encuentran

palabras.

Yo mismo caigo en la mujer, el gato

dormita en la palabra, y la mujer toma

la palabra del gato en el regazo.

Miro, y la mujer es la palabra.


Palabra abstracta que se enfrió en el gato

y ahora se calienta en la carne

concreta de la mujer.

La luz ilumina la piedra que está

en la cabeza de la casa, y el pez corre lleno

de originalidad por la palabra adentro.

Si toco la mujer toco el gato, y es apasionante.

Si toco (y es apasionante)

la mujer, toco la piedra. Toco el gato y la piedra.

Toco la luz, o la casa, o el pez, o la palabra.


Toco la palabra apasionante, si toco la mujer

con su gato, piedra, pez, luz y casa.

La mujer de la palabra. La Palabra.


Me echo y amo a la mujer. Y amo

el amor en la mujer. Y en la palabra, el amor.

Amo, con el amor en el amor,

no sólo la palabra sino

cada cosa que invade cada cosa

que invade la palabra.

Y pienso que estoy completo en el minuto

en que la mujer eternamente

pasa la mano de la mujer por el gato

dentro de la casa.


En el mundo tan concreto.

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