domingo, 30 de abril de 2023

Poema 330. 21.

Osvaldo Bossi. Buenos Aires,  1960.


21


Estoy preparado para la caída,

el empujón que vendrá en cualquier momento 

y me dejará tirado por ahí, tullido, la carne 

rota contra la pared. Me espera la ambulancia, 

los primeros auxilios en una sala de emergencia, 

los parches y un circuito de lágrimas 

que atravesaré resignado, tranquilo, como quien dice 

tenía que pasar. Pero no más que eso. 

A mi edad, Robin, el amor,-- cualquier amor-- 

es un milagro, así que magullado y todo, agradeceré 

la luz de estos días juntos. Como un veterano de guerra 

me prepararé un buen café a la mañana 

y comprobaré que todo, en cierta forma, sigue igual. 

La luz en la ventana, las hojas de los árboles 

en los árboles, el dulce secreto de tu cuerpo 

guardado en el mío. ¿Quién puede lamentarse de eso? 

Si el francotirador que me tiene, desde hace años 

en la mira, dispara, que dispare... Hay un brillo 

que baja de tus ojos hasta tus labios y es 

sólo para mí. Parece poco, pero si lo miramos 

con atención, es una aurora adentro 

de otra aurora. ¿No es maravilloso?

Poema 329. El arte negro.

Anne Sexton. EEUU, 1928 - 1974.


EL ARTE NEGRO


Una mujer que escribe siente demasiado:

tantos trances y augurios.

Como si no bastara con los ciclos y les hijes

y las islas; como si no alcanzaran

nunca las plañideras, los rumores, las verduras.

Cree que puede advertirles a los astros.

Una escritora es, en esencia, una espía.

Amor mío, esa chica soy yo.


Un hombre que escribe sabe demasiado:

tantos encantamientos y fetiches.

Como si no bastaran los congresos

y productos; como si no alcanzaran

nunca la maquinaria, los galeones y la guerra.

Fabrica un árbol con muebles usados.

Un escritor es, en esencia, un delincuente.

Amor mío, ese hombre sos vos.


Sin nunca amarnos a nosotras mismas,

por más que detestemos nuestros zapatos y nuestros sombreros

nos amamos las unas a las otras, divina, divina.

Tenemos las manos celestes y suaves.

Tenemos los ojos llenos de confesiones tremendas.

Pero cuando nos casamos,

les hijes se van asqueades.

Demasiada comida: y ya no queda nadie

para comerse esa abundancia extraña.


Trad. Ezequiel Zaidenwerg

Poema 328. Brotan orquídeas del piso de madera...

Kaveh Akbar. Irán, 1989.


Brotan orquídeas del piso de madera.

Salen orquídeas por la canilla.

Los gatos maúllan orquídeas.

Sus bigotes también son orquídeas.

Del pasto brotan orquídeas.

Se está llenando de orquídeas.

Los árboles están repletos de orquídeas.

En la hamaca se mecen orquídeas.

El sol sobre el cemento fresco es una orquídea blanca.

Las gomas del auto dejan un rastro de orquídeas.

Sale un ramo de orquídeas del caño de escape.

Los adolescentes se mandan fotos de orquídeas

con sus celulares, que también son orquídeas.

Los jubilados con mocasines de orquídeas

se intercambian orquídeas con furia.

Las mamás llenan de orquídeas tibias las mamaderas

para darles de comer a sus bebés, que son orquídeas.

Los arrullos son una especie de orquídea.

Las nubes son todas orquídeas.

Hacen llover orquídeas.

Las paredes son todas orquídeas,

la tetera es una orquídea,

el caballete con el lienzo en blanco es una orquídea,

y este frío es una orquídea. Ay,

Lydia, te extrañamos tanto.

Poema 327. Batalla naval.

Nina Suárez,  2001.


Batalla naval


Qué molesta la necesidad de compartir

Por supuesto que en alguna que otra cosa

Podremos coincidir

Podemos burlarnos o entristecernos

De algún encabezado que leímos por ahí

Podemos escuchar 75 canciones

E imaginar el mismo espectro musical

Podemos perdernos en una desventura

Y coincidir en las decisiones que haya que tomar

Incluso podemos discrepar y que también sea estar de acuerdo

Soy más que consciente de estos elementos

Jamás podría invisibilizar o desagradecerlos

Pero

Quizás en la hora tardía

Cuando dudo en si invitarte o no a jugar

A la batalla naval en línea

Vos ya estás esperando

Un estallido incandescente que te vuelva a cautivar

Qué molesta la necesidad de compartir

Por supuesto que en alguna que otra cosa

Podremos coincidir

Podemos burlarnos o entristecernos

De algún encabezado que leímos por ahí

Pero quizás en la hora tardía

Cuando dudo en si invitarte o no a jugar

A la batalla naval en línea

Vos ya estás esperando

Ese estallido incandescente, el que te vuelva a cautivar.

lunes, 24 de abril de 2023

Poema 326. Estar presente ante todo lo que existe...

Roberto Juarroz. Coronel Dorrego, 1925 - Temperley 1995.


Estar presente ante todo lo que existe.

Y también ante su sombra.


Estar presente ante todo lo que no existe.

Y también ante su sombra.


Estar presente.

No pedir nada.

No seguir separando las ovejas.


Y decir una palabra

que también esté presente.

Y su sombra.

Poema 325. Autorretrato.

Fabián Casas. Buenos Aires,  1965.


Autorretrato


Una casa abandonada

rodeada de un jardín agreste

con la luz de la entrada encendida

para que no parezca

una casa abandonada.

Poema 324. Hay palabras...

Graciela Cros. Carlos Casares, 1945.


Hay palabras 

que 

este hombre 

no dice 


Yo leo

el silencio

y tampoco 

las digo 


Sabemos 

en qué moneda 

cobra 

lo no dicho 


Mientras tanto 

en el jardín 


las plantas 

florecen, 

se marchitan


Hablo de él 

cuando 

callo.

Poema 323. De soledades estoy hecha...

Amparo Dávila. México, 1928 - 2020.


De soledades estoy hecha, 

vasija y contenido. 

Llevo una voz sin sol 

que en vano quiere gritar, en el origen, 

el color y la anchura del desierto; 

en sí misma se encierra y despedaza 

al intentar romper la cáscara del mundo.

miércoles, 19 de abril de 2023

Poema 322. Ante la inmensidad.

Jorge Leónidas Escudero. San Juan, 1920 - 2016.


Ante la inmensidad


Fue alguna de esas noches en que miraba cielo

en lejanías sobre campo oscuro y vi

cruzárseme un relámpago lejano. Fue tal

como ver chispear una idea

en el umbral de otro mundo.


Es como si en el fondo del desierto hubiera

querido hacerse luz una verdad pero

pasó fugaz y quedé a oscuras.


Parece que la inmensidad

quiere decirme un secreto y al ver

que todavía falta mucho en mí

queda muda.

Poema 321. Crows.

Marina Mariasch, Buenos Aires, 1973.


Crows


Dame la mano y vamos

ya dame la. Por la calle del bar El globito

pasan abrazados, parecidos entre sí.

Escuchan Counting Crows, grupos así

que la gente olvidará en serio.

Ella se duerme a la noche pensando 

nombres de nena. Él, es poeta y dice: 

Quisiera no escribir

malas palabras en el poema. Quisiera 

verte la cara brillando, brillando.

Y así se duerme él. 

Cuando llegó con el walkman

hecho pedazos y una parte en tres

descangallada supe que

escuchaba Counting Crows

grupos así, que la gente olvidará

¡en serio! Supe

que años más tarde, en una salida casual

con chicas bien vestidas alguien diría:

"La vida es fascista" y en el fondo,

de fondo, se escucharía Counting Crows

y ustedes, ellos, se mirarían sabiendo que

o tal vez, en un viaje en auto, 

a Rosario por ejemplo, pasarían 

por la experiencia

de ver un perro descangallado 

al borde de la autopista

que hiere y es herida a la vez y pasarían

por la radio un tema de los Counting y tardarían 

poco en mirarse por el espejo 

retrovisor como en la salida

tardarían poco en emocionarse y mirar la salida

recordando el tiempo de las malas palabras 

en los poemas y también recordando pensar

en las posibles derivaciones sexuales de esa amistad.

Quiero escribir los versos más bailables 

esta noche. Quiero verte bailar como un

perro, entero.

Poema 320. Brillantina de los campos.

Ada Limón. California, 1976.


BRILLANTINA DE LOS CAMPOS 


Esas noches de calor

cuando todo el mundo duerme

yo me voy hasta el costado

de la ruta para ver

cómo salen las luciérnagas.

Entrecerrando los ojos,

hago de cuenta que son

alucinaciones mías,

meras ondas cerebrales

inventadas. Yo les digo

“brillantina de los campos”

Yo les digo “bichos finos”.

Como hacía mucho tiempo

que no pensaba en morirme,

me dan ganas de sacarme

este traje que es mi piel,

para ver cómo mi luz

sale a volar por su cuenta,

toda fluorescente, elástica,

una estrella que despunta

Poema 319. El vacío.

Eugenio Montale. Italia, 1896 - 1981.


EL VACÍO


Ya ni existe el vacío

donde una vez podíamos refugiarnos.

Ahora sabemos que hasta el aire

es material y pesa sobre nosotros.

Material inmaterial, lo peor

que podía tocarnos.

No lo bastante lleno porque aún

hay que insuflarle hechos, y movimientos

para poder decir que somos suyos

y que no huiremos de él ni con la muerte.

Atiborrar de objetos lo que es

el solo Objeto por definición

sin que él se dé por aludido oh vil

comedia. ¡Y con qué celo la representamos!

Poema 318. Esta ruta unge los cerros...

Carolina Brieux Olivera. CABA, 1972.


Esta ruta unge los cerros.


Giro el volante

hacia donde insistimos

la primera vez.

Nos guía el silencio

de la Virgen

de los que no pueden amarse.


Extenderá su manto

como una tienda de campaña

en la cumbre.


Sigo con las manos

a los costados de tu  cuerpo

donde el agua y el aceite

se mezclaron una vez


donde una lanza

traspasó la orilla.


Creo en todo

salvo

en la distancia hasta el mar.

Poema 317. Ahora me convierto en mí.

May Sarton. EEUU, 1912-1995.


Ahora me convierto en mí


Ahora me convierto en mí. Está

llevando tiempo, muchos años y lugares.

Me disolvieron y agitaron,

usé la cara de otra gente,

corrí como loca, como si el Tiempo estuviera ahí,

tremendamente viejo, gritando su advertencia,

"Apurate, o te vas a morir  antes de-"

(¿Qué? ¿Antes de alcanzar la mañana?

¿Antes de que esté claro el final del poema?

¿O de amar a resguardo entre los muros de la ciudad?)

Ahora a quedarme quieta, estar ahí,

¡sentir mi propio peso y densidad!

La sombra negra en el papel

es mi mano; la sombra de una palabra

mientras el pensamiento da forma a quien la forma

cae pesadamente sobre la página, se deja oír.

Ahora todo se funde, ocupa su lugar

del deseo a la acción, de la palabra al silencio.

Mi trabajo, mi amor, mi cara, mi tiempo

reunidos en el gesto intenso

de crecer como una planta.

Despacio como fruta que madura

fértil, se separa y siempre se agota

y cae, pero no agota a la raíz,

Así es el poema, puede dar,

crece en mí para volverse el canto,

hecho para y por el amor.

Ahora hay tiempo y Tiempo es joven.

Oh, en esta sola hora vivo

toda yo y no me muevo.

¡Yo, la perseguida, que corría como loca,

me quedo quieta, quieta y detengo al sol!

miércoles, 12 de abril de 2023

Poema 316. Abeja.

Claudia Masin. Resistencia, 1972. 


Abeja


Como la abeja que llega al panal

y encuentra las funciones ya asignadas: la reina, los zánganos,

las ninfas, las obreras, viniste a cumplir tu tarea

y retirarte. Raro es decir que no, y más raro todavía escaparse.

¿Qué hay allá afuera para los renegados? ¿Soledad, incertidumbre,

miedo a haber quedado sin protección ni casa? Hoy vi una flor

idéntica a una estrella, estaba en medio de un terreno abandonado,

y como buena flor silvestre crecía exuberante,

desmadrada. ¿Qué hacía en medio de un baldío una flor

que imitaba a una estrella? Yo creo que era tan hermosa

porque no servía para nada. Es decir, no duraría más que un rato

viva si la arrancaran, no podría venderse ni comprarse,

no tenía ninguna función en el ecosistema,

ninguna criatura la extrañaría si faltase. Y sin embargo

cada tarde, cuando se iba la luz,

empezaba a recortarse en el pastizal.

Parecía que estaba sola y que brillaba con luz propia,

y si me dijeran que en ese momento del día el universo

giraba alrededor de ella, lo creería:

los que se apartan de la ley que los obliga

a estar mimetizados con su entorno, tienen un resplandor

intenso y breve. Ser raro es dejar de ser reconocido

por los del propio clan, y ya se sabe

qué pasa con el que no tiene la aprobación de su especie.

Da miedo renunciar a la esperanza

de la normalidad: soñar con que alguna vez aceptaremos

que se debe tomar lo que hay, atarse a eso

con desesperación, quedarse en la familia, la patria, el amor

el odio que nos dieron. Pero la vida que nos toca es ajena,

una bomba que llevamos encima y nos ha minado el cuerpo.

Estamos paralizados por el terror a que explote

cada vez que tratamos de renunciar a ella y encontrar en otra parte

una vida que se nos parezca.

Poema 315. Hacer la de Elvis.

Graciela Cros. Bs As, 1945.


HACER LA DE ELVIS


1

Tengo esta cara en primera persona

a la que mojo y unto con distintas sustancias

y sin embargo ella

permanece asfixiada

TRISTE

Fumo con ansiedad e imprudencia extremas

y a veces

la insensatez

INSENSATEZ

de esta cuestión

me alarma un poco

Mis compañeras

las mujeres

se preocupan

porque no doy en el clavo

porque no acierto en el vivir

Ponen ejemplos y exageran

los detalles siniestros

en su intención didáctica

No entienden

NO ENTIENDEN

esas cultoras de la consolación

(su adocenada estética)

que me sienta perdida

PERDIDA

en la inmediatez de este fin de siglo.

NO ENTIENDEN

ocupadas como están

en cuidar la verdad de sus mentiras

que ya no pueda

que ya no pueda

¡AY!

QUE YA NO PUEDA 

HACER LA DE ELVIS


2

El camionero de Memphis

dispara su voz de vago melocotonero

canta “Trouble”

mostrándome los dientes

de su gorda boquita 

PASTILLERA

y mi silla de ruedas lo registra

con un temblor lascivo de metales

Intento levantarme

dar un paso

y me desmayo

hundiéndome en el mar

ROJO

Ha subido la sangre de nivel

y en el recinto

su oleaje choca contra el

DRAMA

Entonces llegan obreros de la salud

y me atienden:

¿QUIÉN ES ESTA MUJER?

¿POR QUÉ NADIE LA ASISTE?

preguntan los sensibles

con sonrisa de perdedores

Se ha corrido la voz

y la gente agolpada en la puerta

cree ver un milagro

en esto de la

SANGRE

ese mar provisorio

Han consultado al Arzobispo

y éste al Vaticano

Peritos en Fluidos Corporales

vendrán a investigar

Rescatada de aguas procelosas

Moisés al fin aunque sin su prestigio

les digo a los muchachos reporteros:

YA NO PUEDO HACERLA

YA NO

Adhiriéndose a sus zapatos

los algodones expulsados de cálida entrepierna

(vale decir, la mía, la que amo, mi ama)

flotan

sin rumbo

por el cuarto

Hay colorido en el ambiente un poco nauseabundo

Recuerdo los nenúfares de Monet

esos rosados

lilas

violetas

bermellones

vivos lacres

augustos colorados

púrpuras y marrones

PATÉTICA

(y por el deleite de los finales

el vano sentimentalismo

la complacencia de la víctima)

LES DIGO:

¡LOS ROSTROS DE LA SANGRE!

Y

¡APLAUDEN!

domingo, 9 de abril de 2023

Poema 314. Al detenerse junto al bosque una noche que nieva.

Robert Frost. Estados Unidos, 1874 - 1963.


AL DETENERSE JUNTO AL BOSQUE UNA NOCHE QUE NIEVA


Creo que sé de quién es este bosque.

Pero, como su casa está en el pueblo,

no va a advertir que me detengo acá

a ver cómo en su bosque cae la nieve.

Mi caballito ha de pensar que es raro

hacer un alto en medio de la nada,

entre el bosque y el lago que se heló,

la noche más oscura de este año.

Sacude los cencerros del arnés,

preguntando si no hay algún error.

Fuera de eso, únicamente se oye

el viento suave y la mullida nieve.

Qué hermoso el bosque, oscuro y bien tupido,

pero quedan promesas por cumplir

y kilómetros antes de dormir,

y kilómetros antes de dormir.

Poema 313. Sobrevivir.

Guillermina Watkins. Neuquén, 1985.


Sobrevivir


Poesía

Pequeño acto

En el que el sujeto desea

Sacarse

De la tierra.

viernes, 7 de abril de 2023

Poema 312. A dónde van los besos que no se dan.

Natalia Schapiro. Buenos Aires,  1974.


¿A DÓNDE VAN LOS BESOS QUE NO SE DAN?


Los amasados entre miradas 

deslizándose en botes 

de un muelle a otro.

Dónde van las caricias 

nacidas entre palabras

que surcan como peces un cuerpo y otro

dónde va el sexo

exiliado de su deseo

la respiración que imagina enredándose a la par 

semillas de momentos sin crecer.

Es mucho para un cuerpo guardarse solo.

Qué hacer con los besos no dados

para que no se pudran como palomas muertas.

Poema 311. Un amigo me dijo.

Osvaldo Bossi. Buenos Aires,  1960.


UN AMIGO ME DIJO


No hagas planes con tu amante. 

No hagas planes 

con tu amante, nunca, me dijo. 

Vayan hasta la Costanera

y miren juntos una tortuga asomar

entre los camalotes. Deja

que se desnude

en tu cama, y entra como dormido 

a esa cama, porque estás dormido. Un beso

es solo un beso. Acaricia su cuerpo

como si contuviera todo el porvenir,

aunque por la ventana sólo entre

una ráfaga de oscuridad. No escuches

sus promesas. Sobre todo, eso 

no lo escuches. Aire en el aire, girando

sobre unas gotas de rocío, eso son. 

Lo encierras

en tu secreto camafeo 

y al otro día ya no está. 

Llora con sus lágrimas. 

Repite con tu propia boca 

las dulces

palabras que él te dice. Mira con sus ojos, 

y deja que el ritmo 

de su respiración

te lleve lejos, a cualquier parte, como lo hizo

claramente hasta ahora.  Pero no 

hagas planes, no hagas planes 

con tu amante. 

No hagas planes con tu amante, nunca. 

lunes, 3 de abril de 2023

Poema 310. III.

José Sbarra. Buenos Aires, 1950 - 1996.


III


En la sinfónica turbulencia de la atmósfera, entre nubes doradas, un pterodáctilo vuela junto a su pterodáctila. Sus ojos antediluvianos son los espejos del fuego en el corazón de los volcanes. Vuelan juntos. Como viajeros elegantes.

¿De qué sirve un pterodáctilo sin su pterodáctila?

Toda la tierra con sus ardientes temperaturas y con sus inesperados desplazamientos les ordena amarse.

Y sobre la catedral volcánica del planeta, y sin saberlo, los pterodáctilos están amándose.

Poema 309. 1938-cetología.

Claudia Prado. Puerto Madryn, 1972.


1938-cetología


no es seguro

de caminar entre las piedras

el extremo del vestido

borroneado por el viento


ojos de arponera

por su puesto ojos avizores

para no dejarse confundir

por el golpe de las olas


ser la primera que distingue

un lomo oscuro

como una isla intermitente 

a la deriva


la que sabe dar

con la mirada en donde saltan


mi abuela

se hacía entender

por insistencia:

podía contar una y otra vez

el camino

que recorría para verlas

una y otra vez y repetir

que por fuera

las ballenas son enormes

enormes e increíbles

como casas que saltaran


para qué pensar

en qué tienen adentro


otros hablan

del espacio interior

de una ballena

lo completan con Jonás,

pinocho, un hombre

que cocina, ella

coleccionaba sólo

imágenes rotundas.

Poema 308. Contribución a la estadística.

Wisława Szymborska. Polonia, 1923 - 2012.


CONTRIBUCIÓN A LA ESTADÍSTICA


De cada cien personas,


las que todo lo saben mejor:

cincuenta y dos,


las inseguras de cada paso:

casi todo el resto,


las prontas a ayudar,

siempre que no dure mucho:

hasta cuarenta y nueve,


las buenas siempre,

porque no pueden de otra forma:

cuatro, o quizá cinco,


las dispuestas a admirar sin envidia:

dieciocho,


las que viven continuamente angustiadas

por algo o por alguien:

setenta y siete,


las capaces de ser felices:

como mucho, veintitantas,


las inofensivas de una en una,

pero salvajes en grupo:

más de la mitad seguro,


las crueles

cuando las circunstancias obligan:

eso mejor no saberlo

ni siquiera aproximadamente,


las sabias a posteriori:

no muchas más

que las sabias a priori,


las que de la vida no quieren nada más que cosas:

cuarenta,

aunque quisiera equivocarme,


las encorvadas, doloridas

y sin linterna en lo oscuro:

ochenta y tres,

tarde o temprano,


las dignas de compasión:

noventa y nueve,


las mortales:

cien de cien.

Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

Poema 307. Sueño que soy la muerte de Orfeo.

Adrienne Rich. 1929-2012 EEUUU.


Sueño que soy la muerte de Orfeo


Camino rápidamente a través de las estrías de luz y sombra 

que arroja una arcada


Soy una mujer en la plenitud de la vida, con ciertos poderes

y estos poderes limitados severamente

por autoridades a las que pocas veces veo el rostro.

Soy una mujer en la plenitud de la vida

que conduce a su poeta muerto en un Rolls-Royce negro

por un paisaje de crepúsculo y espinas.

Una mujer con una cierta misión

que la dejará intacta si se obedece al pie de la letra.

Una mujer con los nervios de una pantera

una mujer con contactos entre los Ángeles del Infierno

una mujer que siente la grandeza de sus poderes

en el preciso momento en que no debe usarlos

una mujer comprometida con la lucidez

que ve, a través de la confusión, los fuegos humeantes

de estas calles subterráneas

a su poeta muerto aprendiendo a caminar hacia atrás, contra el viento,

por el lado equivocado del espejo.

Poema 306. Chomüngen/El otoño.

Jorge Spíndola. Comodoro Rivadavia,  1961.


CHOMÜNGEN/ EL OTOÑO

 

son las últimas uvas y los primeros membrillos

son las manzanas cayendo con las hojas

las cortinas de álamos remojadas en el río


los fresnos gigantes amarillos como velas encendidas en la noche


lorenzo quilaqueo me dice este chomüng de las hojas

anuncia el último ciclo del año

ya es tiempo de guardar los animales

protegerlos del rigor del frío


hay que volver a las rukas dice

a los lugares reparados para invernada


chomüngen es tiempo de calma/

el suelo se abriga con las hojas

la semilla sueña el árbol que vendrá


tiempo de encender el fuego y vivir las noches largas

de convivir adentro de las casas y volver a contar

los relatos antiguos a los hijos.


En noches como esta

la abuela eufemia preguntaba


por qué los árboles se desnudan para llegar al invierno?


de qué hablan las raíces en el sueño de la tierra?


nunca pude contestarle esas cosas

hay un lenguaje del mundo que olvidamos


los hombres volvemos a la tierra

sin saber muchas cosas de la tierra

ignoramos

y muchas veces hablamos sin respeto


ahora hay tantos reflejos y variaciones de amarillo

cómo haré para guardarlos en los ojos?


Cómo resistir el invierno sin la memoria del otoño


(en la ciudad el olvido es blanco como una helada)

Poema 305. Helsinki.

Camila Sosa Villada. Córdoba, 1982.


Helsinki


Hay que agradecer al hombre que tuvo la idea de poner un banco frente al mar.


Y al obrero que lo ancló al cemento de la vereda y tal vez suspiró al terminar su trabajo


y miró el paisaje que ahora contemplo: el mar Báltico y los barcos que lo cruzan.


Y el templo que hicieron esas manos a las cuales rendirles honor.


Las manos que tomaron las herramientas, cavaron en la tierra, sembraron los árboles, y recogen las hojas cuando comienza el frío,


sin quemarlas jamás, las dejan volver a la tierra.