Mercedes Alvarez. Tandil, 1979.
A los cuarenta años
son muchas las cosas que cambian para siempre
no hablo sólo de la turgencia de la carne
no hablo sólo
del ojo afectado por la presbicia.
Por ejemplo es muy difícil
distinguir los restos de bondad
separar la paja del trigo
sonreír por verdadera empatia.
Es difícil
quitar de las conversaciones todo interés
los pies se hinchan
los hombres miran
a mujeres más jóvenes.
Es conveniente sopesar
medir las palabras
instruirse antes
no confiar en nadie.
Dije a los cuarenta años
pero podría
empezar mucho antes.
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