jueves, 19 de septiembre de 2024

Poema 674. Yanquis hijos de puta.

Humberto Costantini. Buenos Aires, 1924-1987.


YANQUIS HIJOS DE PUTA


En realidad

sólo quería decir

eso.

En realidad, la vida

es,

pongamos por ejemplo,

una manzana.

Entonces,

uno la mira, la toca,

le hace fiestas,

la besa, le habla,

tal vez,

hasta dibuja manzanitas

imitándola.


La quiere así, manzana,

rica, pulposa, viva, indescifrable,

sabia.


Si la quieren romper,

si viene

un bicho, por ejemplo,

un yanqui hijo de puta,

para ser más precisos,

a matarla,

ya no se puede hablar

así nomás de la manzana.

Hay que matar al bicho,

es necesario

odiarlo,

destruirlo.

Es casi obligatorio

decirle hijo de puta,

decirle yanqui hijo de puta

todos los días, religiosamente

y encontrar la manera

de acabarlo.

Por amor a la vida,

simplemente.


En realidad

tal vez no me he explicado bien.

Si uno tiene,

pongamos por ejemplo,

un amor, una cosa

que le anda por la piel

por todas partes.

Digamos

Buenos Aires,

digamos,

un octubre, un poema, una muchacha.

O digamos la esquina

de Nazca y Tequendama

los domingos, a las seis de la tarde.

(Estoy casi seguro

de que había una esquina así en Santo Domingo,

de que había un viejo,

una silla,

un cielo inverosímil,

muchachos que volvían del fútbol,

señoras apuradas,

bocinas, qué se yo

y tal vez,

hasta un tipo solitario

como yo

que miraba)

Si uno tiene un amor entonces,

eso que le camina por la piel,

decíamos,

y pasa algo,

ocurre,

que viene el mal, la peste, una desgracia,

o para no ir más lejos

vienen

los marines idiotas,

los cretinos mascadores de chicle,

odiadores de todo lo que crece

y desembarcan.

Entonces

ya no se puede hablar así nomás,

hay que matar la muerte de algún modo,

hay que pelear con rabia,

destruirlos,

salirles al encuentro como sea

y además decir, decir hijos de puta,

decirlo y masticarlo

y enseñarlo a los chicos

como un rezo.

Por amor a la vida,

simplemente,

me parece.

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