Rosana Acquaroni. Madrid, 1964.
VERTE LEER ME GUSTA
y aunque me despidiera
de tus manos
para siempre,
las seguiría viendo
sostener cada página
como si sujetaras la cabeza
de una recién nacida.
Se humedecen mis labios al mirarte.
En el jardín la hiedra
ensaya contra el muro
su ensortijada rúbrica.
“¿Qué estás leyendo” digo
y apuntas las palabras que te pueden
servir.
No hay nada más erótico
que verte leer de espaldas
a la luz.
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