jueves, 19 de septiembre de 2024

Poema 698. Yo no soy yo.

Juan Ramón Jiménez. España, 1881 - Puerto Rico, 1958.


Yo no soy yo


Yo no soy yo.

Soy este

que va a mi lado sin yo verlo,

que, a veces, voy a ver,

y que, a veces olvido.

El que calla, sereno, cuando hablo,

el que perdona, dulce, cuando odio,

el que pasea por donde no estoy,

el que quedará en pie cuando yo muera.

Poema 697. Verte leer me gusta.

Rosana Acquaroni. Madrid, 1964.


VERTE LEER ME GUSTA 


y aunque me despidiera

de tus manos

para siempre,

las seguiría viendo

         sostener cada página

como si sujetaras la cabeza

de una recién nacida.


Se humedecen mis labios al mirarte.


En el jardín la hiedra

           ensaya contra el muro

su ensortijada rúbrica.


“¿Qué estás leyendo” digo

y apuntas las palabras que te pueden

servir.


No hay nada más erótico

que verte leer de espaldas

              a la luz.

Poema 696. ¿Puedes?

Nicolás Guillén. Cuba 1902 - 1989.


¿Puedes?


¿Puedes venderme el aire que pasa entre tus dedos

y te golpea la cara y te despeina?

¿Tal vez podrías venderme cinco pesos de viento,

o más, quizás venderme una tormenta?

¿Acaso el aire fino

me venderías, el aire

(no todo) que recorre

en tu jardín corolas y corolas,

en tu jardín para los pájaros,

diez pesos de aire fino?


El aire gira y pasa

en una mariposa.

Nadie lo tiene, nadie.


¿Puedes venderme cielo,

el cielo azul a veces,

o gris también a veces,

una parcela de tu cielo,

el que compraste, piensas tú, con los árboles

de tu huerto, como quien compra el techo con la casa?

¿Puedes venderme un dólar

de cielo, dos kilómetros

de cielo, un trozo, el que tú puedas,

de tu cielo?


El cielo está en las nubes.

Altas las nubes pasan.

Nadie las tiene, nadie.


¿Puedes venderme lluvia, el agua

que te ha dado tus lágrimas y te moja la lengua?

¿Puedes venderme un dólar de agua

de manantial, una nube preñada,

crespa y suave como una cordera,

o bien agua llovida en la montaña,

o el agua de los charcos

abandonados a los perros,

o una legua de mar, tal vez un lago,

cien dólares de lago?


El agua cae, rueda.

El agua rueda, pasa.

Nadie la tiene, nadie.


¿Puedes venderme tierra, la profunda

noche de las raíces; dientes

de dinosaurios y la cal

dispersa de lejanos esqueletos?

¿Puedes venderme selvas ya sepultadas, aves muertas,

peces de piedra, azufre

de los volcanes, mil millones de años

en espiral subiendo? ¿Puedes

venderme tierra, puedes

venderme tierra, puedes?


La tierra tuya es mía.

Todos los pies la pisan.

Nadie la tiene, nadie.

Poema 695. El verbo es amar...

José Sbarra. Bs. As. 1950-1996.


El verbo es amar

amar bien

amar mal

amar como sea

pero amar.

La clave es amar

y cuando todo duela

amar con mayor intensidad

y cuando todo se torne insoportable

amar el doble.

Poema 694. Es nuestro.

Charles Bukowski. Alemania, 1920 - Estados Unidos, 1994.


Es nuestro 


hay siempre ese espacio ahí

justo antes de que nos agarren

ese espacio

que nos relaja

nos deja respirar

digo

tirarte en la cama

pensando en nada

o digo

servirte un vaso de agua del

grifo

mientras tú te llenas de

nada


ese

espacio

amable y puro


es lo que vale


siglos de

existencia


digo


sólo rascarte el cuello

mientras miras por la ventana

una rama desnuda

ese espacio

ahí

antes de que nos agarren

nos asegura

que

cuando lo hagan

no lo tendrán

todo.

Poema 693. Entre irse y quedarse duda el día...

Octavio Paz. México, 1914-1998.


Entre irse y quedarse duda el día,

enamorado de su transparencia.


La tarde circular es ya bahía:

en su quieto vaivén se mece el mundo.


Todo es visible y todo es elusivo,

todo está cerca y todo es intocable.


Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz

reposan a la sombra de sus nombres.


Latir del tiempo que en mi sien repite

la misma terca sílaba de sangre.


La luz hace del muro indiferente

un espectral teatro de reflejos.


En el centro de un ojo me descubro;

no me mira, me miro en su mirada.


Se disipa el instante. Sin moverme,

yo me quedo y me voy: soy una pausa.

Poema 692. Saltamontes.

Ted Kooser. Estados Unidos, 1939.


Saltamontes


Este año son del tamaño exacto

del trozo de lápiz que mi abuelo usaba

para señalar los días en que no llovía,

y justamente del color del polvo, de los caminos

que a través de los campos moribundos conducen de nuevo

a los años treinta. Mientras andas por el agrietado sendero

que pasa por delante del granero vacío, el silo vacío,

los oyes irónicamente juguetear,

golpear la hierba como gotas de lluvia.

Poema 691. A los amigos que me recomiendan viajes.

Cristina Peri Rossi. Uruguay, 1941.


A LOS AMIGOS QUE ME RECOMIENDAN VIAJES


I

Todo jardín es interior:

no me muevo más que para recoger sus olores. Puedo decir, así, que recorrí varias geografías.


II

Las plantas, que viven mucho tiempo, no se mueven nunca de su lugar.

Ah, cómo son sutiles sus estremecimientos.


III

El hombre que viaja, huye. El que se queda, contempla. Las estrellas que parecen fijas están en movimiento y los meteoros, en cambio, se desintegran. 


IV

Hay tres cosas que quiero decirte, pero la segunda contradice a la primera y la tercera es un malentendido. Preferible el silencio.

Poema 690. Sobre la acera...

Fernando R. Izquierdo y Gavala. Sevilla, 1937.


Sobre la acera 

vi escrito: "cabizbajo 

el que lo lea".

Poema 689. Pampa de Huenuleo.

Graciela Cros. Carlos Casares, 1945.


PAMPA DE HUENULEO


¿Hay sol ahí en Pampa de Huenuleo?


¿Hay sol ahí en Pampa de Huenuleo

o sólo hay frío, hielo y muerte?


¿Hay sol ahí

o hay mujeres arrojadas al descampado,

asesinadas, violadas, comidas por los perros?


Desaparecen mujeres

cerca de uno.


En Arrayanes, Frutillar, Malvinas,

San Francisco, Omega, Pilar,

en Nahuel Hue, Mutisias,

El Maitén,

en los barrios,

diagnostican.


¿Y más allá de Pampa de Huenuleo,

en Jacobacci, Lipetrén, La Lipela,

en Mamuel Choique, Pichi Leufu, Comallo,

en Cuesta del Ternero, Somuncura,

Ñorquinco?


¿Más allá de Pampa de Huenuleo,

en la Línea Sur,

también

diagnostican?


¿En Maquinchao, El Foyel, Los Repollos,

Blancura Centro, Los Menucos,

lejos de Pampa de Huenuleo,

diagnostican?


Y desaparecen,

desaparecen cerca de uno.


¿Los niños

que también desaparecen

duermen

en panteones del cementerio?

¿En garitas oscuras?

¿Ahí sueñan?

¿Ahí hay que buscarlos

vivos o muertos?


¿Hay sol en Pampa de Huenuleo

o sólo hay panteones,

garitas, frío, hielo y muerte?


¿Hay sol

o hay panteones para dormir

morir en el cementerio?


Micaela, Natalia, Ruth,

mujeres madres de Agustín,

Braian, Matías, Gilda, David, Lucía,

hijas de Ramón, Carmen, José, Teresa.

Hijos que ya no verán crecer.

Padres que ya no verán morir.


¿Hay sol ahí donde están

en el descampado?


Desaparecen cerca de uno.

¿Pueden desaparecer tantas mujeres cerca de uno?


¿Con el cuerpo molido a patadas,

ahorcadas y colgadas de una soga,

quemadas en el fuego de un incendio,

heridas de bala o arma blanca,

violadas, violentadas,

solas en Pampa de Huenuleo?


Oyarzo, Painefil, Muñoz, Bastidas, 

Sepúlveda, Gatica, Cheuquepán,

Meliñanco,  Huenchul,

¿ustedes también desaparecen cerca de uno? 


¿Bajo el sol en Pampa de Huenuleo?

¿O bajo el frío, hielo y muerte en Pampa de Huenuleo?


A modo de diagnóstico del estado de la ciudad las autoridades hablan de violencia familiar, desprotección infantil, desempleo, subalimentación de las madres, embarazos adolescentes, chicos solos en sus hogares. Insisten hay violencia de género, falta de trabajo, ancianos solos; faltan servicios básicos, agua potable, cloacas, gas. Reiteran: violaciones en el seno familiar, abuso infantil, maltrato y muerte de mujeres y menores por golpes; niños y adultos mayores durmiendo en panteones del cementerio. Así se suman al diagnóstico, al diagnóstico del organismo, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración del plan estratégico, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración del plan estratégico para el crecimiento, al diagnóstico del organismo en el marco del proceso de elaboración del plan estratégico para el crecimiento de la ciudad. Finalizan diciendo: No queremos crear falsas expectativas.


Bajo el sol desaparecen en Pampa de Huenuleo.


Bajo el frío, el hielo de la muerte


desaparecen


en Pampa de Huenuleo.

Poema 688. Lleno páginas con frases como...

Vicente Luy. Córdoba 1961- Salta, 2012.


Lleno páginas con frases como

“¿Hay fuego interior? Soy comprador”

o “que se me inflame el pecho, ser puro”.

Aún en el error no guardarme ninguna

de mis miserias.

Pero el lenguaje no aparece.

Estar a tono con lo que se espera de un poeta,

Quisiera escribir.

Meter la mano y sacarme de la herida

seguir sin rumbo

y que se filtrara la poesía en mi poema.

Por esa u otra forma

amigarme con mi alma.

Poema 687. Con qué.

Paulina Vinderman. Bs As, 1944.


CON QUÉ


¿Con qué sueña el niño del cuadro flamenco

reclinado sobre la mesa junto a su escudilla?

Tal vez con un búho en el deseo de bosque,

con su aliento de plumas.

Su estrecha vida se une a la suya, un prodigio

posado en la posibilidad.


El silencio arde en el mundo qué él no

conoce todavía.


La oscuridad, así, es un deslumbramiento

de arboledas, inviernos infinitos y un exilio de pincel

dentro del frasco de mermelada vacío.


Pintarlo todo.

No hay sueño más sutil.

No hay ángel mejor.

Poema 686. ¡Tanto desear, septiembre, tu llegada!

Baldomero Fernández Moreno. Buenos Aires, 1886-1950.


¡Tanto desear, septiembre, tu llegada!

¡Suspirar tanto por la primavera!


Heme aquí, boca arriba, 

sobre la fina y perfumada hierba

viendo pasar las grandes nubes blancas

las manos en la nuca y cruzadas las piernas.


El sol me está quemando poco a poco

y la humedad del campo me penetra...

Yo quisiera moverme y no me muevo,

no siento el corazón ni la cabeza.

Me voy a evaporar como un arroyo

o voy a echar raíces en la tierra.

Poema 685. ¿Debo dejarme capturar...?

Hilda Doolittle. EEUU, 1886-1961.


¿Debo dejarme capturar

por mi propia luz?

¿debo dejarme romper

por mi propio calor?

¿o debo partir la roca como antiguamente

lo hice y romper mi propio fuego

con su superficie?

¿acaso este fuego me frustra a mí

y a mi arte

o mi trabajo nubla su luz?

¿cuál es el dios,

cuál es la piedra

que el dios toma para su uso?

Poema 684. La carta.

Violeta Parra. Chile, 1917-1967.


La carta


Los hambrientos piden pan


Me mandaron una carta

por el correo temprano.

En esa carta me dicen

que cayó preso mi hermano

y, sin lástima, con grillos,

por la calle lo arrastraron, sí.


La carta dice el motivo

que ha cometido Roberto:

haber apoyado el paro

que ya se había resuelto.

Si acaso esto es un motivo,

presa también voy, sargento, sí.


Yo que me encuentro tan lejos,

esperando una noticia,

me viene a decir la carta

que en mi patria no hay justicia:

los hambrientos piden pan,

plomo les da la milicia, sí.


De esta manera pomposa

quieren conservar su asiento

los de abanico y de frac,

sin tener merecimiento.

Van y vienen de la iglesia

y olvidan los mandamientos, sí.


¿Habrase visto insolencia,

barbarie y alevosía,

de presentar el trabuco

y matar a sangre fría

a quien defensa no tiene

con las dos manos vacías?, sí.


La carta que he recebido

me pide contestación.

Yo pido que se propale

por toda la población

que «El León» es un sanguinario

en toda generación, sí.


Por suerte tengo guitarra

para llorar mi dolor;

también tengo nueve hermanos

fuera del que se engrilló.

Los nueve son comunistas

con el favor de mi Dios, sí.

Poema 683. Sí, confieso...

Maraluza Maranesi. Mendoza.


Sí, confieso

Hemos comido.

Hemos reído.

Hemos caído.

Hemos contado un rosario infinito de golpes 

La hemos pasado bien con dos monedas de cariño.

Nos hemos quejado.

Hemos temido.

Pero aún nos tenemos.

Hemos visto crecer en el lago estancado 

flores que emulan la luz.

Seguimos creyendo y buscando maneras,

más nuestras, más propias.

Por eso,

un poco,

cada día,

hemos vencido.

Poema 682. XXVI.

A. Salcedo en La mafia del hidrógeno.


XXVI


Por razones fuera de nuestra comprensión,

la Tierra fue expulsada de su órbita

y comenzó un lento (pero en verdad rápido)

viaje hacia los límites del Sistema Solar

En un primer momento

la población 

        entró en pánico.


Tenían suficientes motivos.

Señalaban el sol que retrocedía cada día más

y decían: “Estamos yendo por el mal camino, amigo”.


Pero luego

bajo una agradable sensación general de 

inevitabilidad

la gente salía

y jugaba partiditos en las calles


Eso fue hasta que la luz se hizo tan

tenue

que ya no se podía ver la pelota


y hacía frío también.

Poema 681. Clave equivocada.

Cristina Peri Rossi. Uruguay, 1941.


CLAVE EQUIVOCADA


Te amé, es verdad,

pero siempre tuve la sensación

de hacerlo en clave equivocada

como quien ejecuta una sonata

 en re sostenido mayor

cuando es en sí bemol

siempre me fallaron los bemoles contigo.


Te amé, es verdad,

pero siempre tuve la sensación

de equivocarme de sonata, 

de clave y de instrumento

quizás era otra partitura

otro instrumento

otra sonata

y mientras te decía te quiero

me preguntaba qué querría decir para ti eso.


No es una crítica ni mucho menos

no es una desmitificación

estoy convencida de que tu teclado 

era más real que el mío

y que tú estabas hecha para la felicidad

 mejor que yo

no sufrías como yo de melancolía

no padecías nostalgias

estabas adaptada a la realidad

como las supervivientes

la superviviente de una catástrofe

la catástrofe de haber nacido

que yo nunca conseguí superar.


De modo que todo lo que para ti era sencillo

para mí era complejo

por primera vez amé la sencillez

esa a la que yo no tenía acceso

de ahí me sentimiento de inferioridad

no estoy bien adaptada para la vida

lo cual sin duda me convierte en escritora

pero en un peso plomo para ti.

Poema 680. Glorias.

Juan Gelman. Buenos Aires, 1930 - México, 2014.


Glorias


¿Era rubia la pulpera de Santa Lucía? ¿Tenía los ojos celestes?

¿Y cantaba como una calandria la pulpera?

¿Reflejaban los ojos la gloria del día?

¿Era la gloria del día inmensa luz?


Son preguntas inútiles para este invierno

no se las puede echar al fuego para que ardan

no sirven para calentar en el país

no sirven para calentar al país helado de sangre.


Por una sábana de luz iría la pulpera santa voz

graciosamente moviendo sus alrededores sus invitaciones

y el olor de sus pechos y la penumbra de sus pechos

hacían bajar el sol sobre la pampa bajaban a la noche como un telón.


¿Quién no se iba a perder en esa noche? ¿Quién no se iba

a encontrar allí mesmo pasando

su furia por la suavidad que la pulpera fundó?

Horas se podría estar contando esta historia y otras aparejadamente tristes

sin calentar un solo gramo del país sin calentarle ningún pie


¿Acaso no está corriendo la sangre de los 16 fusilados en Trelew?

Por las calles de Trelew y demás calles del país ¿No está corriendo ésta?

¿Hay algún sitio del país donde esa sangre no está corriendo ahora?

¿No están las sábanas pegajosas de sangre amantes?


¿Y llena de sangre la pulpera y sus ojos celeste ahogados en sangre?

¿Y la calandria hundida en sangre y la gloria del día

con alas empapadas de sangre sin poder volar?

¿No hay sangre en la penumbra de tus pechos amada?


¿Y dónde no la hay esa sangre caída de los 16 fusilados en Trelew?

¿Y no habría que ir a buscarla?

¿Y no se la habría de oír en lo que está diciendo o cantando?

¿No está esa sangre acaso diciendo o cantando?


¿Y quién la va a velar? ¿Quién hará el duelo de esa sangre?

¿Quién le retira amor? ¿Quién le da olvido?

¿No está ella como astro brillando amurada a la noche?

¿No suelta acaso resplandores de ejército mudo bajo la noche del país?


Con sangre verdaderamente están regando el país ahora

oh amores 16 que todavía volarán aromando

la justicia por fin conseguida el trabajo furioso de la felicidad

oh sangre así caída condúcenos al triunfo


Como calandria de sus pechos caía y

como sangre para apagar la muerte y

como sangre para apagar la noche y

como sol como día.

Poema 679. V.

Gustavo Álvarez Núñez. Bs. As., 1968.


V


El mar es el orden: 

la ubicación entre tanta desubicación.


Los tiempos del cuerpo:

un rumiar al son del precipicio.


Fogonazos

estampidas

latigazos furibundos.


VI


El visitante contemplaba el mar

esos algoritmos naturales

la presteza del agua

el chisporroteo de los colores 

en la contundencia del cielo.


Contemplaba 

o mejor dicho se perdía

en un bucle de conmociones

que tanto como afloraba se alejaba.

Poema 678. Los tilingos/ Trelew 22 de agosto.

Jorge Spíndola, Comodoro Rivadavia 1961.


los tilingos/ trelew 22 de agosto


he visto los tilingos de a cien y de a uno

he visto los tilingos haciendo buena prensa con la memoria

de los valientes de trelew


he visto a los tilingos en funciones de gobierno

los he visto poner flores muertas sobre el nombre de santucho


he visto a los tilingos arremangados tan prolijos

hacer un pocito con una pala

y sacarse una foto muerta

plantando árboles muertos

sobre el nombre de los audaces


los he visto tan astutos

chupándole las medias a las madres

y luego chupar fuertemente medias de gorilas

y chupar las medias al jefe de la policía terrorista

y chupar medias al obispo

y masturbarse con la mordaza de la prensa


he visto a los tilingos

tan derechos tan glaciales


los he visto clavar sus uñas muertas

los he visto tan hambrientos

devorando una brochette en el nombre de pujadas


he visto a los tilingos tan humanos

hablar de la utopía en el nombre de ana maría


los he visto hablar de arte y golpearse el pecho

catando buenos vinos

oh belleza belleza decían los tilingos

mientras los perros del GEOP mordían

niños asustados desalojados del barrio dignidad


qué vergüenza tendrían ahora

los 16 temblando en blanco y negro


memoria memoria aullaban los tilingos

mientras familias sin hogar bajaban la barranca

cuesta abajo a las patadas y los gases lacrimógenos

hacían vomitar a las abuelas

y las topadoras aplastaban las costillas de los ranchos


presente presente! gritaba el funcionario

y levantaba su puñito tilingo de notario


mientras los perros policía

seguían pateando a julián antillanca hasta cansarse

y triplicaban el presupuesto de la fuerza antimotines

y baleaban a docentes adentro del ministerio


mientras pan american energy les pasaba la coima por abajo

y declaraban estado de sitio en corcovado

y desaparecen pibes de las comisarías

y del sel era el bufón de fontana 50

que se burlaba de los paisanos

y se llevaba el toco y la merca del telebingo


y desalojaban familias mapuche en la meseta

y prometían el oro y el moro a la meridian gold

y cuadruplicaban el presupuesto de propaganda del modelo

y agregaban tu nombre en listas negras


presente presente! decían los tilingos

mientras el enano zapateaba

y un séquito de marmotas

cortaba la cintita emocionado

en el museo de la memoria muerta


qué vergüenza tendrían

los 16 temblando en blanco y negro


desaparecen pibes de las comisarías

desaparecen pibes de las comisarías

desaparecen pibes de las comisarías


qué asco les tendrías ahora/ ana maría

Poema 677. No he dejado de pensar en ti...

Charles Bukowski. Alemania, 1920 - EEUU, 1994.


No he dejado de pensar en ti, 

me gustaría decírtelo. 

Me gustaría escribirte que te extraño 

y lo pienso. 

Pero no te busco. 

Ni siquiera te escribo. 

No sé cómo estás y extraño

saberlo. 

¿Tienes planes?

¿Has reído hoy?

¿Qué soñaste? 

¿Sales?

¿A dónde vas?

¿Tienes sueños? 

¿Has comido?

Me gustaría poder 

encontrarte

pero no tengo la fuerza y tú

tampoco. 

Entonces nos quedamos 

esperando en vano y pensamos

en ello. 

Y recuérdame y recuerda que pienso en ti, 

que no lo sabes, pero te vivo todos los días,

que escribo sobre ti. 

Y recuerda que buscar y pensar son dos cosas diferentes. 

Y yo te pienso 

pero no te busco.

Poema 676. El secreto.

Denise Levertov. Inglaterra, 1923 - EE.UU., 1997.


El Secreto


Dos muchachas descubren

el secreto de la vida

repentinamente en una línea de poesía.

Yo que no sé el secreto escribí

la línea.

Ellas me dijeron

(a través de una tercera persona)

que la habían encontrado

pero no cuál era

qué línea era. No dudo

ahora, más de una semana más tarde,

que han olvidado el secreto,

la línea, el nombre

del poema. Las amo

por encontrar

lo que no puedo encontrar,

y por amarme

por la línea que escribí

y por olvidarse de ella.

De modo que mil veces

hasta que la muerte las encuentre,

pueden descubrirla otra vez

en otras líneas

en otros sucesos.

Y por desear saberlo,

por el asumir

que allí hay

una suerte de secreto, sí,

por eso

sobre todo.

Poema 675. Soneto 145.

Sor Juana Inés de la Cruz México,1648-1695.


Soneto 145 


Éste que ves, engaño colorido,

que del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores,

es cauteloso engaño del sentido;

 

éste en quien la lisonja ha pretendido

excusar de los años los horrores,

y, venciendo del tiempo los rigores

triunfar de la vejez y del olvido,

 

es un vano artificio del cuidado,

es una flor al viento delicada,

es un resguardo inútil para el hado;

 

es una necia diligencia errada,

es un afán caduco y, bien mirado,

es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Poema 674. Yanquis hijos de puta.

Humberto Costantini. Buenos Aires, 1924-1987.


YANQUIS HIJOS DE PUTA


En realidad

sólo quería decir

eso.

En realidad, la vida

es,

pongamos por ejemplo,

una manzana.

Entonces,

uno la mira, la toca,

le hace fiestas,

la besa, le habla,

tal vez,

hasta dibuja manzanitas

imitándola.


La quiere así, manzana,

rica, pulposa, viva, indescifrable,

sabia.


Si la quieren romper,

si viene

un bicho, por ejemplo,

un yanqui hijo de puta,

para ser más precisos,

a matarla,

ya no se puede hablar

así nomás de la manzana.

Hay que matar al bicho,

es necesario

odiarlo,

destruirlo.

Es casi obligatorio

decirle hijo de puta,

decirle yanqui hijo de puta

todos los días, religiosamente

y encontrar la manera

de acabarlo.

Por amor a la vida,

simplemente.


En realidad

tal vez no me he explicado bien.

Si uno tiene,

pongamos por ejemplo,

un amor, una cosa

que le anda por la piel

por todas partes.

Digamos

Buenos Aires,

digamos,

un octubre, un poema, una muchacha.

O digamos la esquina

de Nazca y Tequendama

los domingos, a las seis de la tarde.

(Estoy casi seguro

de que había una esquina así en Santo Domingo,

de que había un viejo,

una silla,

un cielo inverosímil,

muchachos que volvían del fútbol,

señoras apuradas,

bocinas, qué se yo

y tal vez,

hasta un tipo solitario

como yo

que miraba)

Si uno tiene un amor entonces,

eso que le camina por la piel,

decíamos,

y pasa algo,

ocurre,

que viene el mal, la peste, una desgracia,

o para no ir más lejos

vienen

los marines idiotas,

los cretinos mascadores de chicle,

odiadores de todo lo que crece

y desembarcan.

Entonces

ya no se puede hablar así nomás,

hay que matar la muerte de algún modo,

hay que pelear con rabia,

destruirlos,

salirles al encuentro como sea

y además decir, decir hijos de puta,

decirlo y masticarlo

y enseñarlo a los chicos

como un rezo.

Por amor a la vida,

simplemente,

me parece.

Poema 673. Sin llaves y a oscuras.

Fabián Casas. Bs. As., 1965.


Sin llaves y a oscuras


Era uno de esos días en que todo sale bien.

Había limpiado la casa y escrito

dos o tres poemas que me gustaban.

No pedía más.

Entonces salí al pasillo a tirar la basura

y detrás de mí, por una correntada,

la puerta se cerró.

Quedé sin llaves y a oscuras

sintiendo las voces de mis vecinos

a través de sus puertas.

Es transitorio, me dije;

pero así también podría ser la muerte:

un pasillo oscuro,

una puerta cerrada con la llave adentro,

la basura en la mano.

Poema 672. Antes pedimos que se vayan...

Vicente Luy. Córdoba, 1961 - Salta 2012.


Antes pedimos que se vayan.

Antes, pedimos justicia.

Ahora pedimos que no se rían de nosotros.

Después, ¿qué pediremos; piedad?

Usá tu odio para el bien común.

Poné tu odio al servicio del bien común.

Poema 671. Yo me nazco...

María Elena Walsh. Bs. As., 1930-2011


Yo me nazco, yo misma me levanto,

organizo mi forma y determino

mi cantidad, mi número divino,

mi régimen de paz, mi azar de llanto.


Establezco mi origen y termino

porque sí, para nunca, por lo tanto.

Soy lo que se me ocurre cuando canto.

No tengo ganas de tener destino.


Mi corazón estoy elaborando:

ordeno sufrimiento a su medida,

educo al odio y al amor lo mando.


Me autorizo a morir sólo de vida.

Me olvidarán sin duda pero cuando

mi enterrado capricho lo decida.

Poema 670. Tectónica.

Ted Kooser. Estados Unidos, 1939.


Tectónica


En tan sólo unos meses

comienzan a aparecer fisuras

en lo que recordamos,

y dentro de un año o dos,

los hechos se separan

los unos de los otros

y lentamente comienzan a desplazarse

y girar, triturando,

alzándose por encima de los otros

hasta que sus formas

han sido modificadas

y el pasado se ha convertido

en un mundo nuevo.

Y después de muchos años,

incluso un romance,

una isla verde exuberante

toda para sí misma,

perfectamente detallada

con incluso una vela

iluminando tenuemente una sonrisa,

puede que se deslicen debajo de las olas

como la Atlántida,

escasamente desgarrando el corazón.

Poema 669. Quieta para la foto.

Liliana Campazzo. Bs.As., 1959.


Quieta para la foto


IX


Está como la tierra

perdida y ensuciada.

Algún poema

favor tan alto

a veces la salva

o si no teje

o toma té en tazas blancas.


XI

Desde mi torre

escucho el ruido del agua que corre.

Infinitos ríos de mi patio.

Sentada doy de beber a la paciencia

y tomo té en tazas blancas.

Entregada a la intimidad

de mi mirada en el espejo

reniego de servicios.

Elijo no ser útil

o ser más y más tiernamente útil.


mujer isla 

elijo ser.

Poema 668. Por qué las mujeres nos quemamos con el horno.

Laura Wittner. Bs. As., 1967.


POR QUÉ LAS MUJERES NOS QUEMAMOS CON EL HORNO


La marquita roja la tenemos todas.

Acá en la mano izquierda, con la que escribo

está también mi quemadura de horno.

Si la miro muy fijo, sobre el radio

se me despliega en tres:

se me tridimensiona la muñeca

y entrecerrando los ojos pueden verse

la muñeca de mi madre, la de mi abuela

y, en un tirón hacia delante, la de mi hija

picada de mosquitos, pulida y ya dispuesta

a la marca de la rejilla ardiente.

Poema 667. Algunas cosas que podrías preguntarte.

Mary Oliver. EEUU, 1935-2019.


Algunas cosas que podrías preguntarte


¿Será sólida el alma, como el hierro?

¿O delicada y frágil, como alas

de polilla en el pico del búho?

¿Quién tiene alma y quién no?

Me la paso mirando.

La cara del alce tiene la misma tristeza

que la cara de Jesús.

El cisne despliega lentamente sus alas blancas.

En el otoño, el oso negro lleva hojas a la oscuridad.

Una pregunta lleva a la siguiente.

¿Tendrá forma? ¿Como de iceberg?

¿Como de ojo de colibrí?

¿Tendrá un solo pulmón, como las víboras y las vieiras?

¿Por qué tendría que tener alma yo, y no la osa hormiguera

que ama a sus crías?

¿Por qué yo, y no el camello?

Si me pongo a pensar: ¿y los arces?

¿Y los lirios azules?

¿Y las piedritas, tiradas por ahí solas, a la luz de la luna?

¿Y las rosas, y los limones, y sus hojas relucientes?

¿Y el pasto?

Poema 666. Nostalgia.

Rosario Castellanos. México, 1925-1974.


Nostalgia


Ahora estoy de regreso. 

Llevé lo que la ola, para romperse, 

lleva 

—sal, espuma y estruendo—, 

y toqué con mis manos una 

criatura viva; 

el silencio. 

Heme aquí suspirando 

como el que ama y 

se acuerda y está lejos.

Poema 665. No entres dócilmente en esa buena noche.

Dylan Thomas. Reino Unido, 1914 - Estados Unidos, 1953.


No entres dócilmente en esa buena noche


No entres dócilmente en esa buena noche,

Que al final del día debería la vejez arder y delirar;

Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.


Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,

Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,

No entran dócilmente en esa buena noche.


Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola

Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,

Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.


Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,

Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,

No entran dócilmente en esa buena noche.


Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga

Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,

Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.


Y tú, padre mío, allá en tu cima triste,

Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.

No entres dócilmente en esa buena noche.

Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Poema 664. Un arte.

Elizabeth Bishop. EEUU 1911-1979


UN ARTE


El arte de perder no es difícil de dominar;

tantas cosas parecen llenas con la intención

de perderse que su pérdida no es un desastre.


Pierde algo todos los días. Acepta la tensión

de perder las llaves de la puerta, la hora malgastada.

El arte de perder no es difícil de dominar.


Luego practica perder un poco más, perder más rápido:

lugares, y nombres, y a donde te disponías

a viajar. Ninguno de estos traerá un desastre.


Yo perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! mi última, o

la penúltima de las tres casas amadas se fue.

El arte de perder no es difícil de dominar.


Perdí dos ciudades, hermosas. Y, todavía más,

algunos reinos que poseía, dos ríos, un continente.

Los extraño, pero no fue un desastre.


—Incluso perderte a ti (la voz de broma, los gestos

que amo) No habré mentido. Es evidente

que el arte de perder no es demasiado difícil de dominar

aunque pueda parecer (¡Escríbelo!) como un desastre.

Poema 663. Década.

Luis Chaves. Costa Rica 1969.


Década


Hay que empezar 

la década otra vez,

la línea va torcida.

Poema 662. II.

Juan Guillermo Sánchez Martínez. Bakatá/Bogotá, 1980.

De su libro Uranio.


II

cometimos un grave error 

me dice el abuelo David Begay


de Arizona a Santa Marta 

ha viajado con Nancy Maryboy 

para dar una charla sobre el cielo Navajo


mientras atravesamos el puente sobre el río Yuma

justo en la desembocadura hacia Bocas 

de Ceniza 

David me dice que tenemos que 

hablar sobre el uranio


somos la guadua creciendo junto al agua 

mecida por las voces de otros tiempos


¿has visto el parque Monument Valley? 

lo tienes que haber visto en las películas de Hollywood 

la historia infinita del planeta 

grabada en belleza y erosión entre Arizona 

y Utah


lo que yo soy existe conectado a esa arenisca

un día llegó la compañía y preguntó a los abuelos: 

"¿es que acaso no saben qué hacer con esa

tierra?

Nosotros podemos hacerla progresar" 

nadie mencionó las consecuencias 

y como no había opciones de trabajo los 

abuelos abrazaron la mina


somos el mangle creciendo junto al agua 

mecido por el páramo y la brisa


el uranio es amarillento y grisáceo 

es un metal tóxico que se originó en las supernovas 

es 70% más denso que el plomo 

y si lo perturbas 

reacciona en cadena


¿acaso tu cuerpo existe aparte de la tierra?


hurgamos el desierto en busca del uranio 

olvidamos que los elementos están 

interconectados

y nosotros conectados a ellos

dejamos atrás el radio

gas radioactivo

las hijas del radón suspendidas en el aire

los mineros se enfermaron 

sus pulmones, sus riñones, sus zapatos 

sus camisas, sus esposas, sus hijos 

acumularon esos sólidos huérfanos


la tierra misma se convirtió en enemiga 

nosotros nos convertimos en el hijo 

indeseado de la Madre


somos los nopales creciendo junto al río San Juan

mecidos por el trueno y el relámpago


la compañía se fue de la noche a la mañana 

el cáncer se llevó hermanos y abuelos 


¿y ahora cómo íbamos a sanarnos

si la tierra había quedado enferma?


los rayos gama del radón

penetraron las paredes de adobe

la piel de las ovejas y las vacas

el agua

las plantas

los cromosomas de las madres y los niños

Poema 661. Los choiques.

Raúl Mansilla. Comodoro Rivadavia, Chubut, 1959.


Los choiques


Ahora que estoy en la cama baldía,

reconozco el lugar con los ojos cerrados.


Ni fuerza ni magia,

la punta de mis pies hacia el techo,

evocan mi pulso latiendo en la ruta,

cuando los choiques huían hacia el sol

y estaba tan mal acompañado.

Poema 660. I.

Víctor Taquía. La Rioja, 1988.


I


Hice mío el cartelito de aquella curva:


ZONA DE DERRUMBE


Me gusta saber que a algunas montañas también se le caen cosas a pesar de parecer tan fuertes.

Poema 659. La molienda.

Nurit Kasztelan. Bs. As., 1982.


La molienda


Lo único que quiero

es provocar

un estado de tensión

en el que las cosas se rompan

y no haya ruido.


Funciono como las plantas,

si aspiro demasiado

me ahogo.


En México me contaron

de una mujer

a medida que molía el maíz,

su brazo iba desapareciendo.


Soy como esa mujer

que se muele a sí misma

me escribo

y desaparezco.

Poema 658. Una galaxia llamada Ramón.

Mariano Blatt. Buenos Aires, 1983.


Una galaxia llamada Ramón


La otra vuelta Ramoncito le puso un yuyo al mate

eran como las 10 de la mañá

cosa q nos empezamos a reír y mirar re bien

entonces Ramo dice

eh, rubio

vamo a agarrar la motito

y por el camino de tierra q es barro

le damos hasta el cruce con la ruta

ahí zas le damos derecho q yo conozco un campo

vos llevá el mate allá hay más yuyo

cosa que cuando yo iba atrás en la moto

re agarrado a Ramo que silbaba

pero clá el viento ni escuchar me dejaba

así que en una que desacelera un toque

para evitar el barro loco

le digo Ramo no silbé

Ramo cantá

entonces Ramoncito medio que se saca la remera

con una mano

y con la otra maneja la moto

habilidad

(yo con las dos me abrazaba a Ramoncito

y me picaba la nariz porque el pelo se volaba re bien)

cosa que me pasa la remera y me dice

teneme rubio

soy castaño, Ramo, le digo

sos hermoso, me dice

cosa que llegamos y Ramo recolecta unos yuyos

son los yuyos mágicos

me dice

los yuyos santiago del estero

le pone unos al mate y me pone unos en la boca

que a medida que se van disolviendo

me hacen la locura más linda de Argentina

onda cierro los ojos los abro

y está Ramo en cuero

cierro los ojos los abro

está Ramo con la camisa abierta

cierro los ojos los abro

Ramo con la boca gigante

cierro abro

Ramo bailando

cierro abro

Ramo trepado a un árbol

cierro abro

Ramo en casa me dice te quiero

cierro abro

Ramo baila

cierro

Ramo con rulos

abro

Ramo maneja un tren

cierro uno el otro lo tengo abierto

Ramo me dice ¿qué guiñás, rubio,

gustás?

Ramón, le digo

el mundo gusta de vos

esa vaca

gusta de vos el yuyo

la moto el camino y el barro

todo el pueblo

yo pregunté

gusta de vos

dios gustaba tanto de vos

que desapareció

y bue ahí se inventó la poesía

el baile y la música

para que todos puedan gustar de vos

sin enfermarse la cabeza

el corazón la vida la boca

que la tenés re grande

el labio partido ¿quién te partió el labio, Ramo?

aprovecho para preguntar

nací así

me dice

una vez me pelié en la esquina del pueblo

pero gané yo

dice Ramo así medio mentiroso

entonces el yuyo santiago del estero

que tenía en la boca pero también tenía en el mate

nos hace reír mucho muchísimo

y Ramo me abraza me dice rubio

este abrazo va a quedar para siempre

de ahora en más cuando no te dé el cuero

vas a cerrar los ojos y vas a pensar

en el abrazo que te dio Ramo en el campo

y ahí zas vas a ver cómo el cuero te vuelve

para encarar cualquier cosa

lo más grande que te podés llevar

me dice Ramo

es la amistá y este abrazo re fuerte re loco

que te dio Ramoncito el pibe de rulos

que conociste en Santiago

que te dijo algo de unos yuyos y que te enseñó a bailar

arriba de la moto

arriba del tren

cierro abro

Ramo jugando a la pelota

cierro abro

Ramo es un yuyo gigante

hermoso, re loco

cierro abro

no quiero volver a cerrar

o quiero cerrar

y que esté Ramo

para siempre para la prehistoria

el prefuturo y los viajes

intergalácticos e interneuronas

viajes re profundos

que podés hacer para adentro tuyo hay un tronco muy viejo

salido de la laguna de un incendio

de otra época geológica otra época

intergaláctica

Ramón tengo el corazón muy chico

y vos sos muy grande, capaz por eso me duele

cosa que Ramo toma mate me mira y me dice

escuchá, rubio

el corazón tuyo es el más grande

como el de todos

cada uno tiene un mundo entero

adentro del corazón

más grande que dios

y más rápido que una moto

se llama vértigo de locura y amor

yo me llamo Ramón y me voy a quedar al lado tuyo

para siempre para que no llores

para que sonrías, rubio

cuando vos sonreís a Ramoncito también le pasan cosas

hoy a la mañana te cebé un mate

y le decía al agua que vertía del termo

escuchá, agua, este mate es para el rubio

que lo amo más que nada

hidratalo como nunca

así funciona feliz y locura de viento

en la moto silbaba un tema y vos me pediste que cante

y zas se me puso la piel de gallina dije el rubio es lo más grande

Ramoncito vos no te lo merecés

cosa que a todo esto yo estaba re enamorado

cosa que le doy un beso en la boca

cierro abro

Ramón en canoa

cierro abro

Ramón es cachorro

cierro abro

una galaxia llamada Ramón

cierro abro

viaje interneurona en un cohete llamado proteína

que gracias al agua bendecida

con que ceba Ramo

viaja re tranca por mi cuerpo mi cabeza

y el yuyo santiago

curaba corazones curaba vientos de locura

era conexión re bien sin interferencia porque en el campo

no había cables ni antenas

había un chico de rulos

Ramón

Ramoncito, de Santiago

un gusto buen viaje

buena suerte y buena víbora.

Poema 657. Sobre cada utopía en retirada...

Juana Bignozzi. Bs. As., 1937-2015.


sobre cada utopía en retirada

el cielo se abre

para mostrarla en contraluz

Poema 657. Mujeres sosteniendo cosas.

Maira Kalman. Tel Aviv, Israel, 1949.


MUJERES SOSTENIENDO COSAS


¿Qué sostienen las mujeres?

El hogar y la familia.

Y lxs niñxs y la comida.

Las amistades.

El trabajo.

El trabajo del mundo.

Y el trabajo de ser humanx.

Las memorias.

Y los problemas y las penas.

Y los triunfos.

Y el amor.


Los hombres también lo hacen

pero no del mismo modo.


A veces, cuando me siento

particularmente feliz o contenta,

creo que puedo proporcionar sustento

para legiones de seres humanxs.

Puedo sostener al mundo entero en mis brazos.

Otras veces apenas puedo cruzar la habitación

y dejo caer los brazos.

Congelada.


El sostener nunca termina y, por cierto, 

suele existir la sensación de nunca hacer lo suficiente.

Y luego está el día siguiente,

y el siguiente.

Y una sostiene.

Y aguanta.

Poema 656. Cuando ya no quede nada...

Hugo Mujica. Avellaneda, 1942.


Cuando ya no quede

nada,

en la inmensurable extensión, 

                   crecerá sin lindero el bosque. 


El viento,

al fin, cosechará lo sembrado.

Poema 655. Guardarte.

Cristian Aliaga. Bs As, 1962-2024.


Guardarte


Te has vuelto

agua, cristal

infinitamente duro,

necesito guardarte como estás

en un sitio más

hondo que cualquier corazón

rajado.

Poema 654. La mujer arrastra el quimono de amapolas...

Washington Atencio. Entre Ríos, 1986.


La mujer arrastra el quimono de amapolas 

 por un bosque de bambú. 

Aprieta contra su pecho el metal 

que brilla con los últimos rayos. 

No lo esconde

Poema 653. Teoría del conocimiento.

Juan López. Mendoza, 1962.


TEORÍA DEL CONOCIMIENTO


se aprende

todo se aprende

y si no se aprende se choca hasta partirse contra el contenido del  aprendizaje

llámese relación amorosa relación filial relación laboral

llámese soledad hambre violencia frío enfermedad

lo que no se aprende se embiste o te embiste

el choque produce a su vez conocimiento y oxígeno

se abren las superficies de las superficies y brotan las entrañas

el fuego derrite las ideas las imágenes

las palabras estallan y las letras regresan

desnudas 

locas

al abecedario.

Poema 652. Sobre el imperio.

Mary Oliver. EEUU, 1935-2019.


Sobre el imperio

Trad. Zaidenwerg

 

Nos van a conocer por ser una cultura con pánico

a la muerte y ansias de poder, que trató de abolir

para unos pocos la precariedad y poco le importaron

las penurias de la mayoría. Nos van a conocer

por ser una cultura que enseñó e instó

a acumular objetos, que dijo poco y nada 

sobre la calidad de vida de los otros (otra gente),

de los perros y los ríos. El mundo, dirán ellos,

es un bien de consumo. Dirán que a esta estructura

la sostiene la política, y en efecto es así, y también

van a decir que la política no es más que un dispositivo 

que regula lo que siente el corazón,  y que en aquella época

el corazón era una piedra dura llena de mezquindad.

Poema 651. Huesos nuevos.

Lucille Clifton. EEUU, 1936-2010.


HUESOS NUEVOS


usaremos

huesos nuevos otra vez.

dejaremos atrás

estos días lluviosos,

nos escaparemos por

otra boca

hacia momentos de sol y miel.

zumban sobre nosotros mundos como abejas,

con huesos nuevos estaríamos espléndidos.

otra gente cree que sabe

cuán larga es la vida

cuán fuerte es la vida.

nosotros sabemos.

Poema 650. Mi médica me prescribió romper el sedentarismo...

Graciela Cros. Carlos Casares, 1945.


Mi médica me prescribió romper el sedentarismo.

Una piedra de jade verde guatemalteco se rompe.

Una ola del caribe italiano se rompe.

Un corazón joven se rompe y uno viejo 

también.

Un amor de toda la vida se rompe.

Una taza de cerámica de Puebla se rompe.

Una rama cargada de nieve se rompe.

Un molino de los campos manchegos se rompe.

Una estrella fugaz se rompe 

antes 

de que la veas desaparecer.

Un huevo de gallina Dominique se rompe 

y uno de gallina de Guinea también.

Una ilusión tardía se rompe y una temprana también.

Un balcón de La Casa Batlló de Gaudí se rompe.

Un auto ploteado con 

la cara de Eva y Cristina se rompe.

La hoja en la que escribí una carta 

que no quería enviar 

se rompe.

Un certificado de defunción se rompe.

Un cadáver se rompe.

Los huesos se rompen.

La vértebra que sufre fractura espontánea 

se rompe.

La pasión se rompe.

El sexo se rompe.

La vida se rompe.

Y el sedentarismo, ¿se rompe?

¿Cómo se rompe?

Caminando bajo el cielo muy celeste

con 10 grados bajo cero

y tanta ropa que apenas puedo moverme

parece que se rompe.

Debería usar ropa técnica, me dicen los expertos, 

ropa técnica, una segunda piel,

liviana, que conserva el calor del cuerpo,

pero soy antigua, cuando nací sólo existía la radio,

debe ser por eso que no me atrae 

vestirme con ropa técnica cuando 

sólo quiero caminar al paso de una tranquila 

oveja ramoneando.

Ahora en el cielo

vuelan como pájaros de colores

las velas de los parapentes.

Un jardinero corta un cerco.

Yo camino.

¿Estaremos rompiendo el sedentarismo?

¡Hurra! como dice Gelman,

¡por fin ninguno es inocente!

Siguiendo con el tema, pregunto, 

el color azul, ¿se rompe?

Ah, ¡qué color más literario el azul!

Durante muchos años no soportaba verlo 

en un poema

y tampoco me permitía escribirlo,

ahora escribo la palabra azul y la palabra alma 

sin que me tiemble el pulso, cosas de la edad,

libertades que una se da.

El azul ultramar de lapislázuli que importaban los 

egipcios desde las montañas de Afganistán 

se rompe.

El azul oscuro del cielo de los cuervos sobre el trigo

de Van Gogh se rompe.

El azul que Rimbaud dice es el color de la vocal “o”

se rompe.

El cristal azul de Murano, provincia de Venecia, y 

también el de Torcello y Burano 

se rompen.

La casa azul de Frida Kahlo en Coyoacán 

se rompe.

El azul pluma de pavo real como Paul Bowles describe 

al océano frente a la costa de Tánger, 

se rompe.

El azul de El cielo protector se rompe.

El azul Francia de una camisa londinense de paño fino

se rompe.

Muchas cosas se rompen según el ojo que las mira

pero el color azul no se rompe.

¿Y el poeta se rompe?

Sí, el poeta se rompe más fácil que nadie,

que el sedentarismo y cualquier otra cosa

considerada frágil.

Simone de Beauvoir escribió “La mujer rota”

entonces

si yo le creo a Simone, como le creo, 

quiere decir que los hombres no se rompen 

y las mujeres sí.

Yo pienso que los hombres también se rompen  

pero se rompen más las mujeres, 

huellas del patriarcado.

La vajilla de porcelana que mi padre le regaló a mi 

madre cuando se casaron 

se rompe.

Las uñas, ¡se rompen! Muy fácilmente si uno lava 

los platos, se estresa o hace jardín.

La paz la alegría el bienestar se rompen, a veces sin 

que uno haga algo que lo provoque.

Una promesa un juramento un pacto un acuerdo 

se rompen.

El bosque se rompe.

La selva se rompe.

El árbol se rompe.

El planeta se rompe.

La palabra se rompe.

El poeta se rompe.

El sedentarismo se rompe.

Todo parece estar hecho para romperse

pero anoten

y como yo, respiren aliviados:

la poesía y el color azul no se rompen.

Poema 649. Por último.

Raúl Gustavo Aguirre. Buenos Aires, 1927-1983.


Por último


Haber dejado una moneda de fuego en la mano de otro,

haber atado cientos de hilos de amor y resplandor,

haber perdido algo

al salir de la casa vacía.

Haber estado, haber acompañado,

haber estado complicado con el viento que siempre tiene razón,

con la tierra y el agua y con la hierba que siempre tienen razón.

No haber cumplido años lejos de sí mismo,

no importa si de rodillas o en medio del pantano pero cerca de sí,

o entre asuntos pendientes o torcidos desde el comienzo,

pero masticados con tus dientes.

No importa ser un objeto más o menos clasificable despreciable por los que deciden,

no importa ser superado, masacrado, tergiversado, desmentido,

con todo eso se hace la verdad.

No importa ser interrumpido

si estás al pie del árbol gigante en el día sin fin,

al pie del árbol de piedras preciosas del sueño que sólo pertenece a los hombres,

y si has podido hablar con esas piedras

y acompañar hasta su casa a alguien

en un momento duro de la noche (y vivía tan lejos).

No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,

si al fin estás solo en las salinas de la madrugada

haciendo todo lo posible para que salga el sol,

para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada

que acecha a tanta maravilla.

Poema 648. No amo nada que no me quepa en las manos.

Logan February. Nigeria, 1999.


No amo nada que no me quepa en las manos

                                                               

Pero, por otra parte, tengo manos grandes.

Entonces prefiero las cosas chicas,

para poder amar un montón de cosas.

Mi piedra deforme de la suerte, la cadena

oxidada de la puerta, el clip para rascarme

lo que me pica adentro. El corazón con forma

de caracol de mi novio, blanco como una perla,

limpio de sangre. No es que tenga un amante

pero, ¿qué problema hay en guardarle

un lugarcito dentro de mí? ¿Por dentro

todo el mundo no trata de ocultar algo,

de meter de contrabando a alguna bestia

cálida? Como yo, que extraño mi casa adentro

de mi propia habitación. No muestro la cara

hasta que los ojos no se me ponen marrones

de nuevo. Buenas noches, ventana. Buenas

noches, pared. Buenas noches, hermanito.

Buenas noches, noche. Perdón por estar

tan triste. Todo el mundo lleva las de perder

en su propia historia.

Poema 647. Sucio, mal vestido.

Roberto Bolaño. Chile, 1953-2003.


SUCIO, MAL VESTIDO 


En el camino de los perros mi alma encontró 

a mi corazón. Destrozado, pero vivo, 

sucio, mal vestido y lleno de amor. 

En el camino de los perros, allí donde no quiere ir nadie. 

Un camino que sólo recorren los poetas 

cuando ya no les queda nada por hacer. 

¡Pero yo tenía tantas cosas que hacer todavía! 

Y sin embargo allí estaba: haciéndome matar 

por las hormigas rojas y también 

por las hormigas negras, recorriendo las aldeas 

vacías: el espanto que se elevaba 

hasta tocar las estrellas. 

Un chileno educado en México lo puede soportar todo, pensaba, pero no era verdad. 

Por las noches mi corazón lloraba. El río del ser, decían unos labios afiebrados que luego descubrí eran los míos, el río del ser, el río del ser, el éxtasis 

que se pliega en la ribera de estas aldeas abandonadas. 

Sumulistas y teólogos, adivinadores 

y salteadores de caminos emergieron 

como realidades acuáticas en medio de una realidad metálica. 

Sólo la fiebre y la poesía provocan visiones. 

Sólo el amor y la memoria. 

No estos caminos ni estas llanuras.

No estos laberintos.

Hasta que por fin mi alma encontró a mi corazón.

Estaba enfermo, es cierto, pero estaba vivo.

Poema 646. Abrojo.

Luciana Mellado. Buenos Aires, 1975.


Abrojo

2.


Existen varios tipos de abrojos

con nombres diferentes

y flores de distintos colores.


La movilidad se les da

en el cuerpo de otros.


No acortan ni alargan las distancias a recorrer,

pero se dispersan en el recorrido.


No hay malas flores ni malos caminos.


La mirada se distrae de la pisada.


Si una viera con un microscopio

las puntas del fruto del abrojo

vería que parecen garfios.


Tu dependencia también tiene formas minúsculas

imperceptibles a simple vista.


No te molesta el juego de Penélope,

de tejerse y destejerse cada día.


Te desconcierta que no reclame el viaje

ni el mar, el agua que tiembla.


Toda hazaña reclama botín

y una renuncia.


Llegaste a un destino. Vas a llegar.


Alguien te sacará de su vida

como espina de abrojo.


Vos harás lo mismo.

Poema 645. Pavana del hoy para una infanta difunta que amo y lloro.

Olga Orozco. Toay, 1920 - Buenos Aires, 1999.


PAVANA DEL HOY PARA UNA INFANTA DIFUNTA QUE AMO Y LLORO


A Alejandra Pizarnik


Pequeña centinela,

caes una vez más por la ranura de la noche

sin más armas que los ojos abiertos y el terror

contra los invasores insolubles en el papel en blanco.

Ellos eran legión.

Legión encarnizada era su nombre

y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último hilván,

arrinconándote contra las telarañas voraces de la nada.

El que cierra los ojos se convierte en morada de todo el universo.

El que los abre traza las fronteras y permanece a la intemperie.

El que pisa la raya no encuentra su lugar.

Insomnios como túneles para probar la inconsistencia de toda realidad;

noches y noches perforadas por una sola bala que te incrusta en lo oscuro,

y el mismo ensayo de reconocerte al despertar en la memoria de la muerte:

esa perversa tentación,

ese ángel adorable con hocico de cerdo.

¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento?

¿Quién habló de sobornos para los emisarios del propio porvenir?

Sólo había un jardín: en el fondo de todo hay un jardín

donde se abre la flor azul del sueño de Novalis.

Flor cruel, flor vampira,

más alevosa que la trampa oculta en la felpa del muro

y que jamás se alcanza sin dejar la cabeza o el resto de la sangre en el umbral.

Pero tú te inclinabas igual para cortarla donde no hacías pie,

abismos hacia adentro.

Intentabas trocarla por la criatura hambrienta que te deshabitaba.

Erigías pequeños castillos devoradores en su honor;

te vestías de plumas desprendidas de la hoguera de todo posible paraíso;

amaestrabas animalitos peligrosos para roer los puentes de la salvación;

te perdías igual que la mendiga en el delirio de los lobos;

te probabas lenguajes como ácidos, como tentáculos,

como lazos en manos del estrangulador.

¡Ah los estragos de la poesía cortándote las venas con el filo del alba,

y esos labios exangües sorbiendo los venenos de la inanidad de la palabra!

Y de pronto no hay más.

Se rompieron los frascos.

Se astillaron las luces y los lápices.

Se degarró el papel con la desgarradura que te desliza en otro

laberinto.

Todas las puertas son para salir.

Ya todo es el revés de los espejos.

Pequeña pasajera,

sola con tu alcancía de visiones

y el mismo insoportable desamparo debajo de los pies:

sin duda estás clamando por pasar con tus voces de ahogada,

sin duda te detiene tu propia inmensa sombra que aún te sobrevuela en busca de otra,

o tiemblas frente a un insecto que cubre con sus membranas todo el caos,

o te amedrenta el mar que cabe desde tu lado en esta lágrima.

Pero otra vez te digo,

ahora que el silencio te envuelve por dos veces en sus alas como un manto:

en el fondo de todo jardín hay un jardín.

Ahí está tu jardín,

Talita cumi.

Poema 644. Porque yo quise olvidar...

Federico García Lorca. Fuente Vaqueros, 1898 - Granada, 1936.


Porque yo quise olvidar 

y puse un muro de piedra 

entre tu casa y la mía.

Es verdad. ¿No lo recuerdas? 

Y cuando te vi de lejos

me eché en los ojos arena. 

Pero montaba a caballo 

y el caballo iba a tu puerta.

Poema 643. La primera noche ellos se acercan...

Vladimir Maïakovski. Rusia, 1893-1930.


La primera noche ellos se acercan

y cogen una flor de nuestro jardín,

y no decimos nada.


La segunda noche, ya no se esconden,

pisan las flores, matan nuestro perro

y no decimos nada.


Hasta que un día,

el más frágil de ellos,

entra solo en nuestra casa,

nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo,

nos arranca la voz de la garganta.


Y porque no dijimos nada,

ya no podemos decir nada.

Poema 642. La sopa.

María Cristina Ramos. Mendoza, 1952.


LA SOPA


Un ajo y una cebolla

y un caldo de anochecer,

que alcancen para la sopa

que nos vamos a beber.

Y una papa en cuatro partes,

un puerro cortado en tres

y un cucharón que remueva

lo que hay que remover,

el frío que trajo el día

cuando estaba por caer

al costado de la nube

que pusimos de mantel,

donde la sopa ya tiene

lo que tiene que tener,

un ajo y una cebolla

y una hojita de laurel.

Poema 641. Yo he visto a los chulengos.

Liliana Ancalao Meli. Chubut, 1961.


YO HE VISTO A LOS CHULENGOS


yo he visto a los chulengos en manada

iluminados por la luna


cuando aparecen ellos

el invierno se entrega

cubierto de pelusas y de lana

he visto el aire estremecido entre sus ancas tibias

y a la libertad y a la ternura

galopando con ellos

sueltas

por la tierra


he visto creo

más de lo que merezco:

he visto a los chulengos desde lejos


yo presiento que he de andar más todavía

quién sabe cuánto

hasta vencer el miedo de acercarme hasta ellos

para medirme en sus ojos tan profundos de espacio

y aceptar el milagro de un silencio de nieve

que desprenda la costra los últimos abrojos


si resisto es posible que me permitan ellos

sumergirme en sus ojos ingenuos infinitos

estaquearme un instante

en el centro del tiempo


ser la libertad ser la ternura

galopando con ellos

sueltos

por la tierra.

Poema 640. La poesía es un arma cargada de futuro.

Gabriel Celaya. España, 1911-1991.


La poesía es un arma cargada de futuro


Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,

fieramente existiendo, ciegamente afirmando,

como un pulso que golpea las tinieblas,


cuando se miran de frente

los vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:

las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.


Se dicen los poemas

que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,

piden ser, piden ritmo,

piden ley para aquello que sienten excesivo.


Con la velocidad del instinto,

con el rayo del prodigio,

como mágica evidencia, lo real se nos convierte

en lo idéntico a sí mismo.


Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.


Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan

decir que somos quien somos,

nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.

Estamos tocando el fondo.


Maldigo la poesía concebida como un lujo

cultural por los neutrales

que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.

Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.


Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren

y canto respirando.

Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas

personales, me ensancho.


Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,

y calculo por eso con técnica qué puedo.

Me siento un ingeniero del verso y un obrero

que trabaja con otros a España en sus aceros.


Tal es mi poesía: poesía-herramienta

a la vez que latido de lo unánime y ciego.

Tal es, arma cargada de futuro expansivo

con que te apunto al pecho.


No es una poesía gota a gota pensada.

No es un bello producto. No es un fruto perfecto.

Es algo como el aire que todos respiramos

y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.


Son palabras que todos repetimos sintiendo

como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.

Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.

Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Poema 639. Consejos para una persona especial.

Anne Sexton. Estados Unidos, 1928-1974.

CONSEJOS PARA UNA PERSONA ESPECIAL


Cuidado con el poder,

porque su avalancha puede enterrarte,

nieve, nieve y nieve, asfixiando tu montaña.


Cuidado con el odio,

que puede abrir la boca y hacerte

comer tu propia pierna como un leproso instantáneo.


Cuidado con los amigos,

cuando los traiciones,

como lo vas a hacer,

van a meter la cabeza en el inodoro

y a tirar el agua.


Cuidado con el intelecto,

porque sabe tanto que no sabe nada

y te deja colgado cabeza abajo

boqueando sabiduría mientras el corazón

se te sale por la boca.


Cuidado con los parlamentos, la parte del actor,

el discurso planeado, sabido, masticado,

porque van a delatarte

y te vas a quedar parado ahí como un nene desnudo,

meándote en tu propia cuna.


Cuidado con el amor

(salvo que sea verdadero,

y cada parte tuya, hasta los dedos de los pies, diga sí),

porque te va a envolver como una momia

y nadie va a oírte gritar

y vas a correr sin fin.


¿El amor? Sea hombre. Sea mujer.

Tiene que ser una ola sobre la que querés brillar,

a la que querés entregarle tu cuerpo, entregarle tu risa,

y, cuando la arena áspera te reclame,

entregarle tus lágrimas a la tierra. Amar a otro es algo

como una plegaria y no puede planearse, te dejás caer

en sus brazos porque tu fe deshace tu incredulidad.


Persona especial,

en tu lugar no le prestaría atención

a mis consejos,

un poco hechos de tus palabras

y un poco de las mías.

En colaboración.

No creo ni una palabra de lo que dije,

excepto algo, que te veo como un árbol joven

con las hojas pegadas y sé que vas a echar raíces

y entonces va a aparecer lo verde de verdad.


Dejá ir. Dejá ir.

Oh persona especial,

hojas posibles,

mientras tanto, a esta máquina de escribir le gustás

y quiere romper vasos

celebrando

por vos,

cuando te arranques la corteza oscura

y vueles

como un globo.